Esta soy yo (:

Quizá estará mal reconocer ahora que mis intenciones de viajar a Estados Unidos, fueron totalmente en busca de una recuperación. Quizá algunos me dirán:  "pero cómo te fuiste sin siquiera pensar en que tendrías que trabajar con niños... que cómo se me ocurre buscar un trabajo y una familia con un corazón roto? Pues bien, con mi confianza en Dios y con mi sueño por alcanzar, recordando que mi pasado y mi experiencia como niñera y además de mis estudios en comunicación, me ayudarían a tener un futuro exitoso, es que me vine con una idea clara. Y mientras todos pensaban que yo solo vendría por un año con el objetivo de realizar un intercambio cultural, y que al terminar, regresaría a Chile para seguir con mi carrera y con "mi vida", la misma que estaba decidiendo dejar en pausa mientras viajaba, es que ese año se ha convertido en un dos años y quizás muchos más... En fin, yo, solo tenía una idea en mente: Sanar. Y para eso, no tenía fecha de vencimiento. Solo quería salir y volver a sonreír sin fingir. Sabía que no sería fácil, que tomaría mucho esfuerzo, sacrificio, y trabajo, pero estaba dispuesta. Pensaba que en la soledad y en la distancia sería mucho más efectivo poder enfocarme en mí y así no rodearme de distracciones que me impedirían pensar completamente en todo cuanto yo necesitaba. Sí, fui bien egoísta! Pero, qué sacaba con seguir en Chile toda destrozada? A quién le servía que yo estuviera por el suelo? A nadie. 

Hola a todos!
Aquí nuevamente tratando de actualizar más seguido. La verdad, es que la vida como aupair es tan impredecible que aprendes a vivir de dos formas muy opuestas: aprendes a vivir con las planificaciones, organizando con anticipación salidas y aventuras, pero además, por otro lado también aprendes a vivir improvisando y creando panoramas o situaciones de imprevisto. Como yo, ahora, que me pegué una arrancadita a un café para poder escribir con tranquilidad.
Pues bien, siempre es bueno hacer una entrada de introducción, considerando que creo que les interesará saber qué sucede alrededor mientras escribo una entrada. La vida es bien acelerada aquí, no te das ni cuenta lo rápido que pasa el tiempo, por eso, detenerse a escribir es un gran instrumento para analizar si algunas cosas han valido la pena.
Nunca dejaré de mencionar que dejé Chile con un corazón bien roto y una mente bien descompuesta. Me vine con una sola ilusión: comenzar de cero.
Haré una entrada especial referente a la condición interna, mental y emocional, que se necesita para ser aupair. Espero no sea tan larga, la verdad, estoy improvisando en este café. No venía con ninguna idea preparada. Aquí va!

Comenzar de cero, para mí, significaba no volver a cometer los mismos errores que cometí estando en Chile. Intentar por todos los medios de no hacer todo aquello que me llevo a destrozar mi corazón y alejarme de mis sueños. Comenzar de cero, en resumidas cuentas, era no volver a caer en el mismo punto en el que estaba cuando dejé de Chile. Esto se traducía en tratar de encontrar un nuevo estilo de vida y por supuesto, de no seguir siendo la misma, pero sin cambiar mi esencia. Sabía que debía arrancar, y por ningún momento me detuve a pensar en cómo me pondría de pie nuevamente, o qué debía hacer para re armar mi alma. Estando en Chile solo sabía dos cosas: que estaba destrozada y que viviría en Estados Unidos. La idea me parecía estupenda, considerando que comenzaría desde la nada. No conocería a nadie, no hablaríamos el mismo idioma, no sería la misma cultura, no habría ningún pasado del que arrancar y por supuesto, todo sería nuevo para mi. Por lo tanto, me perdería en la aventura de conocer y explorar todo cuanto me rodeara. Pensar en esa experiencia, aprender un nuevo idioma y una nueva cultura, me tenían completamente emocionada, no quedaba espacio para pensar en lo que dejaba atrás. Era algo así como un borrón y cuenta nueva. Ese era mi pensamiento constante antes de viajar. Ese era el sueño que quería alcanzar: Volver a encontrarme, volver a ser yo, volver a amarme y disfrutar de quien soy. Estaba simplemente esperanzada. Ese fue el único sueño que puse en mi maleta. No pensé en planificar mi estadía, ni qué hacer con el dinero, ni a dónde viajar, ni siquiera pensé en querer encontrar a un hombre o al amor de mi vida. Recuerdo que muchos me decían que me iba porque quería encontrar a un gringo para casarme, pero ante todos los prejuicios de la gente a mi alrededor en Chile, solo sonreía, y pensaba: estúpidas mentes reducidas, no tienen idea de lo que hay en mi corazón...
 Me seguía tragando mis palabras y en silencio esperaba por mi arranque. Arranque que venía anhelando desde unos cuatro años antes de venirme a Estados Unidos. Nunca quise hacerlo antes, porque me considero una mujer muy racional, y hasta abril del 2014, nunca encontré las razones suficientes para irme. Pensaba dentro de mi, que por algún lado llegaría una solución a mi alma destrozada. Creo en Dios, y me acerqué muchísimo a Él mientras todo esto sucedía, pero mientras le pedía por ayuda, debo reconocer que mi estática actitud, no ayudaban mucho tampoco. Recuerdo con deleite un día en el que entendí que debía HACER algo por mi misma. Estaba viendo una película, en la cual la protagonista cuenta una historia que tocó mi corazón. Hay un viejo chiste en Italia que cuenta la historia de un hombre que pasó muchas horas clamando a Dios para que por favor se ganara la lotería. Este hombre quería ser millonario, y clamaba y clamaba rogándole a Dios poder ganar la lotería... Hasta que un día, Dios, cansado de escuchar sus súplicas, se le aparece y le dice al hombre: Amigo, por favor, puedes por lo menos ir a la tienda y comprar un boleto de lotería? cómo pretendes ganar algo si no has dado siquiera el primer paso?
Pues bien, con esa lección en mi corazón, me compré mi boleto de lotería y decidí re armar mi vida lejos de todo y de todos, decidí partir a Estados Unidos.


En fin, los días pasaban y mi mente estaba cada vez más en blanco, aprendí a enfocarme en un solo pensamiento (sanar) y no darle lugar a los miedos, prejuicios, y temores. Tenía el apoyo de mi familia y un par de amigos, así que con eso era suficiente. Por cierto, este mismo viaje, tuvo un efecto colateral impresionante. Jamás pensé que con la decisión de viajar, otras cosas se revelarían, elementos que sin duda dolerían, pero ayudarían a sanar. Cuando se concretó el plan de viajar, muchas (muchas) personas que considerábamos importantes nos dieron la espalda, nos criticaron, y nos ofendieron (y me seguían dañando), pero ya estaba. La decisión ya estaba hecha y solo nos bastaba esperar el bendito 1 de marzo para subirme al avión. Durante la espera de esa fecha, las personas que yo consideraba amigos o importantes para mi vida, se redujo a un número contado con la palma de una mano. Dos amigas incondicionales (de las más de cinco que yo consideraba) y dos otras familias que eran parte de nuestra gran familia... Fue así como mi refugio se redujo a palabras de confirmación que reafirmaban mi plan. Recuerdo a una de mis dos amigas, con quien compartí una noche de café y caminatas antes de que ella entrara a trabajar en su turno de noche, ella me dijo: Amiga, solo quiero que vuelvas a ser feliz. Feliz? Suspiro... Mi otra amiga solo me recalcaba la idea de que me viniera a pasarlo bien y disfrutar de todo lo que me entregaría este país, considerando por supuesto mis parámetros y mis limites, nunca dejando de ser yo, la lesa con cara de poto bonito. (jajaja). mi Amigas...
Mi familia? Ufff, incondicionalmente maravillosa. Mis padres tan estoicos y tiernos a la vez, apoyando al 100% una de las decisiones más drásticas y arriesgadas de mi vida. Se que en el fondo, estoy segurísima, de que ellos sabían que este viaje no sería por solo un año, que quizá sería permanente... No había seguridad de la duración, pero si había claridad de que esto lo necesitaba.
Paralelo a esto, mantenía también mis conversaciones diarias con mi futura Host Family. Recuerdo las llamadas por skype y los mensajes y fotos por whatsapp. Ellos siempre pendientes de mi. Estaba muy ansiosa de ya estar viviendo con ellos. Hasta el 1 de marzo, jamás racionalicé lo que significaría cuidar de dos niños pequeños y una adolescente en "mi condición". Mi alma herida estaba tan destrozada, que ya me había hecho sensible al dolor. Nada me tocaba, nada me movía, yo solo "sobrevivía"... Jamás pensé en que necesitaría de mucha energía y por supuesto madurez emocional para ser la aupair de dos niños y una adolescente. Pero bueno, pese a ello, y pese a mi compleja condición, me tiré al vacío, confiando en Dios y en las capacidades que Él me había permitido alcanzar a lo largo de los años...
Como se lo pueden imaginar, ahora luego de 10 meses lejos de mi primera host family, y luego de vivir el proceso de sanación y restauración de mi alma, puedo decir que no me fue fácil empezar como aupair. Mis noches eran llantos continuos, y no porque extrañara a mi familia, o porque quisiera la comida chilena, o por la frustración de vivir en una cultura diferente (porque sí, ahora que lo pienso, es tan gracioso que muchas aupairs gastan tiempo llorando por que extrañan la comida o ciertas marcas de sus países... para que se vienen entonces si no están dispuestas a experimentar ese cambio cultural que es la piedra angular del programa? para qué?... ) No, yo simplemente lloraba del dolor y la pena de sentir que con viajar no bastaba, que con despertar en un lugar nuevo y desconocido, la pena no se iría. Lloraba y lloraba simplemente porque aún no estaba sana y para ello, debía vivir mi proceso de restauración como debía: enfrentado mis miedos, mis angustias, mis heridas y sobre todo, enfrentando de frente y en pie aquellas palabras y actitudes de personas que fueron matando mi corazón poco a poco... Me paré frente a todos esos recuerdos, y por meses, uno por uno, los fui reviviendo, recreando, hablando con ellos, y perdonándolos. Recuerdo un día de primavera caminando por la playa de Torrey Pines en San Diego, bajo un sol cálido y abrazador. Tomé un puñado de piedras y una por una las fui lanzando al agua mientras en voz alta perdonaba a las personas con nombre y apellido. Mientras lloraba y gritaba del dolor, mi corazón crujía, y un suspiro calmaba mi alma. Ese fue uno de los pasos más duros que tomé, pero uno de los más efectivos también. Viví en el vaivén del tratamiento del perdón por unos tres meses, por supuesto que no lo viví consciente. No fue un proceso al que me entregué un día al levantarme en la mañana y decir: ok, hoy empiezo mi tratamiento. No. Esto es algo que analizo luego de casi dos años.
La clave de mi sanación y de aquellos tratamientos a los que me sometí, fue simplemente uno: vivir el día a día. Un día a la vez... Sea lo que sea que ese día me entregará lo viviría. Sin tener control de mis sentimientos o pensamientos. Gracias a Dios, vivir de esa forma no fue un tropiezo para mis niños. Al contrario, creamos un lazo de amor que dura hasta hoy. Pero lamentablemente, el que mi host mom me viera llorando de vez en cuando por los rincones de la casa, no fue muy bueno... Esa fue la razón para que nuestra relación no fuera de las mejores. Ella me consideraba una mujer débil, no apta para cuidar de los niños. Pero qué va, su pensamiento no pudo contra los actos. Duré un año ahí, como decía mi contrato, porque nunca jamás tuvieron motivos para pedir un re match. Ella lo relacionó con que nuestras personalidades no conjugaron, pero yo ahora lo atribuyo nada más que al proceso de sanación que yo estaba viviendo, por lo que emocionalmente estaba muy inmadura. Fue solo un proceso, porque pese a ello, tuve siempre el carácter adecuado para darle muy buenas enseñanzas a los niños. Los profesores, vecinos y amigos eran testigos de eso. Muchos quedaron sorprendidos cuando supieron que no extendería otro año con ellos... Pero bien. Mi proceso se cumplió ahí, los lazos se crearon, y hasta hoy guardo momentos increíbles con esa familia. Agradezco enormemente la paciencia que tuvo mi host dad de aguantar mis lágrimas constantes y mis conflictos emocionales. Sin ellos, sin duda que esto no habría sido posible... Y ahora, con mi nueva host family, el proceso de sanación se ha convertido en un constante desarrollo de habilidades de flexibilidad mental, emocional y laboral. Ellos son sin duda la guinda de mi torta. Mi personalidad confluyó completamente con la de ellos. Yo vengo a ser como eslabón que los une a todos. Aprecian y valoran mi loca personalidad, y con ellos, he podido ser realmente yo. Hay un gran elemento que vale destacar. Cuando estas en el proceso de sanación, debes entender que para encontrar el equilibrio necesario, deberás pasar por dos polos opuestos. Solo así se logra el equilibrio. Recuerdo que con mi primera familia yo no pude ser "yo" todo el tiempo. Debido a que estaba con una familia militar, ellos a ratos me pedían que fuera menos ruidosa, o menos gritona, sin embargo en mi segunda familia, he podido ser como yo soy. Porque durante mi primer año, experimenté la realidad de vivir entre dos polos, de vivir en la indecisión de ni siquiera recordar "quién era yo".
Y bueno, hoy, a casi dos años de comenzar a vivir esta restauración, puedo simplemente decir: Todo valió la pena. Hoy, 19 de enero del 2017, puedo sonreír con confianza y sentir que he vuelto a ser yo, que las lágrimas continuas en San Diego, que los juegos de pool sin parar aquí en Marin, que mis incontables citas de tinder, que las peleas eternas con mi amiga Jessica aquí en Marin, que mis gastos en comida, ropa y viajes, han valido la pena para que yo esté hoy aquí, dándole un gran abrazo a mi presente y una brillante sonrisa a mi futuro. Por que sí, espero que al terminar mi año de aupair ahora en marzo, todo resulte bien para seguir viviendo aquí como estudiante. Ojalá todo resulte bien, y si no, seguiré viviendo, total, ya por fin me encontré a mi misma. :)
Concluyo entonces, que el carácter de la aupair debe estar rodeado de una madurez emocional más que mental. Saber controlar las emociones y dirigirlas hacía el blanco indicado, es algo que cuesta mucho. Si no quieres vivir mi experiencia de pasar meses llorando, pues dedícate un poco de tiempo a madurar emocionalmente antes de viajar, de verdad es algo que importa. Y la otra madurez? Esa se vive día a día. Cada vez que ves tu cuenta de banco después de una salida de fin de semana, y vez que un solo día gastaste cerca de 100 dolares cuando ganas semanalmente 195, es que te das cuenta que debes empezar a cuidar tu dinero. Esa madurez, simplemente se logra viviendo el día a día en este país... Por ahora, puedo decir que el que no se arriesga no cruza el río, y que las oportunidades están para quienes las buscan. Nunca se rindan antes sus sueños, una idea clara es la mejor ancla de sus vidas. Éxito para ti que estás leyendo esto y pensando en querer ser un Aupair en tierras norteamericanas, es una experiencia que vale la pena, que cuesta, que requiere entrega, fuerza y sacrificio, pero que sin duda marcará tu vida.
No olvides comentar o hacer preguntas, estoy para lo que necesiten ;)
Abrazos.
Vanesa.